Biblioteca digital Rojekalibros
LIBROS DE 0-6 AÑOS
Bruno es un niño inquieto, curioso y un poco travieso.
Le encanta revolver la casa y encontrar tesoros escondidos con los que se imagina mil historias diferentes.
Un día, jugando en el desván, abrió un baúl y encontró algo que le llamó la atención.
Un lobo boquiabierto. ¡Sálvese quien pueda, que viene el lobo! —dijo la oveja que estaba encaramada en lo más alto.
Un día por la mañana su mamá fue a buscar comida y pollito lloró como de costumbre.
Aroa y Benito son hermanos.
Aroa tiene cinco años.
Es rizosa y pelirroja.
Hace muchas trastadas y siempre le echa la culpa a Benito.
Benito tiene dos años más.
Es tranquilo y responsable.
Está arrinconado en una esquina entre pelotas, muñecas, coches y una cocina.
—¡Estoy aquí tirado, me siento desdichado!
Pablito estaba enfadado. Muy, muy enfadado.
—Tiene hambre —había dicho mamá.
—No, seguro que tiene sueño —había respondido papá.
Pero Pablito ni tenía hambre, ni tenía sueño.
Minicuentos y actividades
LIBROS DE 6-9 AÑOS
Por ello Afrazán siempre anda rondando nuestros sueños.
Me llamo Andrea, tengo 8 años y viajo sola en el AVE, un tren muy rápido que alcanza los 300 kilómetros por hora con facilidad. Mi padre vive en Barcelona y pasaré el fin de semana con él. Me han puesto una identificación colgada del cuello con mis datos y los de mis padres.
La bicicleta avanzaba velozmente llevando a Carmen, cuyos ojos alegres distinguían a lo lejos la silueta de sus hijos sentados al sol. Comenzaba el verano y los dos hermanos comentaban las notas de Martín, que eran muy buenas.
Quiso iluminar la tierra con electricidad libre, pero no le dejaron acabar sus proyectos.
Érase una vez un niño normal y corriente, o a lo mejor no era tan normal. Sin embargo él se sentía diferente. Diferente porque sus compañeros sacaban mejores notas, porque jugaban mejor al fútbol y nunca le elegían en su equipo y porque le llamaban Flacucho.
LIBROS DE 9-12 AÑOS
A veces charlamos mientras tomamos un refresco al atardecer, sentados de cara al horizonte.
Le gusta la luna desde niño. Desde “la más tierna infancia”,
Su aspecto era muy feroz y de su cabeza
sobresalía un cuerno enorme.
Sin embargo, Aka-oni tenía un corazón realmente bondadoso
Todos los animales hacían la siesta y se respiraba una larga calma.
Todos menos el Cordero y la Cabra.
Y la Oca, claro está, que maldecía por los codos las moscas y todo lo que se le ponía por delante.
El Cordero intentaba ensayar, pero le sudaban los rizos y las cuerdas de su violín echaban humo.
Queridos lectores, permitid que me presente: me llamo Jim Hawkins y os voy a contar con todo detalle, alguno ciertamente espeluznante, una historia de piratas, una verdadera historia de piratas que, no podría ser de otro modo, incluye la búsqueda de un tesoro.
Pero empecemos por el principio…
Sí, amigos, el capitán Smollett era un hombre muy optimista; y para nuestra dicha, su vida, a pesar de las heridas sufridas, no corría peligro. Después de comer, se reunió con el caballero y el doctor, quien, poco después, tras armarse con un machete y un par de pistolas, cruzó el fortín y se dirigió hacia el norte de la isla.
Queridísimos lectores, ¿estáis impacientes por saber cómo continúa la historia? ¡Pues ahí va! El señor Trelawney calculó que en solo diez días conseguirían un buen barco y zarparían hacia tierras remotas. Pero ese cálculo resultó algo erróneo, pues pasaron muchas semanas antes de que lo tuviera todo dispuesto para el largo viaje.
Sí, ya lo sé, ¡me había metido yo solito en la boca del lobo! Y supongo que os preguntáis cómo saldría sin un rasguño de una situación tan complicada. Leed y lo descubriréis…
El aspecto de la isla cuando la contemplé a la mañana siguiente había cambiado por completo y, para ser sincero, no me gustó nada. Bosques grises y franjas de arena amarilla cuya monotonía solo era rota por los tres cerros de extrañas formas, y el del Catalejo, que era el más alto, sobresaliendo con su peculiar perfil.
Amigos lectores, si habéis leído hasta aquí ya sabréis quién soy: el doctor Livesey. Jim me ha pedido que proceda a relatar qué nos ocurrió cuando él decidió bajar a tierra con aquellos desalmados.
Proyecto joven
El viernes por la tarde, después de comer, Ayquedaño se fue a su habitación. Allí estaba su hámster, dale que te pego a la rueda que tenía dentro de la jaula:
—Tiki, tiki, tiki, tiki, tiki… —sonaba la rueda.
El aspecto de la isla cuando la contemplé a la mañana siguiente había cambiado por completo y, para ser sincero, no me gustó nada. Bosques grises y franjas de arena amarilla cuya monotonía solo era rota por los tres cerros de extrañas formas, y el del Catalejo, que era el más alto, sobresaliendo con su peculiar perfil.
Este camaleón vive en el escaparte de la tienda de animales que hay camino del colegio de Ayquedaño. Todos los días, el camaleón ve cómo Ayquedaño pasa delante del escaparate para ir a clase. Y también lo ve de nuevo cuando Ayquedaño regresa a su casa a la salida del colegio.